Un nuevo espacio dedicado a la profundización del ser, pues sólo tomando conciencia de lo que somos, de lo que nos rodea, de lo que nos afecta, nos motiva e interesa, es como podemos desarrollarnos y emprender el camino que nos conduzca a la realización personal.

Analytics

miércoles, 2 de diciembre de 2015

De mudanza!

Aprovechando el mes de diciembre y todo el lío que suele suponer, me decido a anunciaros una nueva mudanza a otro blog. ¿Por qué me cambio de dirección? Fundamentalmente, porque Ruta de Conciencia se me ha quedado pequeño para las temáticas que deseo abordar; temáticas variadas, orientadas a la reflexión, pero que requieren un espacio más amplio. Y por eso el nuevo blog llevará el nombre de Multifacetas online; puesto que de eso trata, de diversas facetas, en lugar de dedicarlo a una única, interesante pero que, como digo, se me queda un tanto estrecha a la hora de abordar otros asuntos que quizá no resulten tan acordes con este blog que inicié hace un año.

Así que en la nueva casa os espero a partir de enero. Pinchando en el título que os recuerdo al final de esta entrada, accederéis a la nueva dirección. Gracias por vuestras visitas a este blog que hoy termina, aunque seguirá disponible en la red mientras Blogger así lo permita.


Un nuevo espacio para la reflexión



jueves, 12 de noviembre de 2015

El cero

Parece claro que uno de los grandes avances en el mundo de las matemáticas lo constituyó la invención -o el descubrimiento- del cero, ese símbolo tan misterioso que puede modificar grandemente el valor de una cifra. Aunque no hay un claro acuerdo sobre quién inventó el cero, sí parece que se dio al menos en dos lugares de la antigüedad, uno en la India y otro en la cultura llamada india también pero esta vez del continente americano, en concreto la maya. Pero sea quien sea el pueblo que descubrió su grandeza, lo importante es lo mucho que facilitó la forma de operar en el reino de las matemáticas.

¿Y por qué me pongo yo a hablar del cero ahora en un blog dedicado a la toma de conciencia? Ahora paso a explicarlo, pero primero adentrémonos un poquito más en esta figura tan singular. Curiosamente, dependiendo de su colocación, el cero puede tener un gran significado, o puede simplemente actuar como si no existiera, e incluso reducir tanto el valor primario que casi da pena. Todos sabemos que un cero a la izquierda es nada; por eso mismo se dice de algunas personas que parecen un cero a la izquierda por lo poquito que se las tiene en cuenta. Sin embargo, la misma figura puesta a la derecha puede aumentar en gran cantidad el significado de una cifra. Atendiendo nuevamente a esa castiza sabiduría popular: "no es lo mismo 8 que 80", ¿verdad?

Pues bien, con nuestra consciencia sucede más o menos lo mismo. Podemos "vaciarla" para adquirir pleno discernimiento, o podemos dejarla con un vacío tan carente de significado que nos deje en la ignorancia.

Igual que el cero, el vacío puede ser un concepto que no acabamos de entender y que podría considerarse también con dos aspectos; de la misma manera que vemos en el cero dependiendo de su colocación. Con el vacío sucede lo mismo. Hacer vacío en la mente no es caer en la nada, sino abrir un espacio con un germen de creatividad que sólo podrá desarrollarse libremente si no encuentra obstáculos en su camino. Ése es, a mi juicio, el concepto de nada del que se habla en el budismo llamándolo nirvana; no una nada destructora y carente de entidad, sino una nada repleta de vida en presencia y potencia.

Existe una metáfora sobre lo difícil que resulta llenar una taza de té que ya está previamente saturada. Si seguimos echando más y más líquido en la taza, terminará por desbordarse y crear un problema en vez de aportar una solución. La taza debe prepararse cuidadosamente, limpiarla y vaciarla de un anterior contenido para albergar el nuevo. Así sucede con la mente; si no la limpiamos ni vaciamos de contenido de vez en cuando, difícilmente encontraremos nuevas ideas dentro. ¿Esto quiere decir que lo anterior no sirve? No necesariamente. Igual que la taza de té, ésta ya tiene la sustancia misma del té pues la ha ido adquieriendo a través del tiempo con sucesivos tés servidos en ella. Con nuestra mente sucede lo mismo; las ideas que se han ido presentando y produciendo en ella van creando una propia sustancia de la que por mucho que uno se desprenda de lo accesorio no podrá eliminarse la impronta que queda. Ese vacío, entonces, no es más que un cero a la derecha que permite nuestro crecimiento.

Creo que resultaría bueno valorar el vacío no como una falta de entidad sino como una verdadera y real identidad limpia y productiva.


martes, 27 de octubre de 2015

Cuando sé quién soy!

Desgraciadamente en múltiples ocasiones nos dejamos llevar más por las formas que por aquello que solemos llamar "corazón".

Para profundizar en el tema que quiero abordar hoy, me voy a permitir utilizar una anécdota vivida por mi padre hace ya muchos años; tantos que la anécdota nos muestra, además de a mi padre, a quien en estos momentos es rey honorífico y en aquellos era el príncipe designado para reinar en un futuro. La anécdota es ésta. Cuando la televisión francesa decidió filmar un documental sobre el entonces príncipe de España y su familia, con la colaboración de la televisión española, mi padre (por su trabajo) tuvo la oportunidad de conocer a aquel heredero. Debo señalar que mi padre en su vida terrenal había sufrido una fuerte polio que le impedía caminar si no era con la ayuda de dos bastones. Al acercarse a saludar al príncipe y hacerlo con respeto tomándole la mano e inclinando ligeramente la cabeza, tuvo la mala fortuna de que uno de sus bastones resbalara y cayera al suelo, sin poder servir de apoyo ya a su dueño. En aquel momento, nadie se movió para solventar la situación; sólo una persona lo hizo; ¿quién? ¡El propio Príncipe!

¿Por qué he elegido contar esta historia y utilizarla en este artículo? Por la sencilla razón de que durante mucho tiempo me ha servido de gran enseñanza; una enseñanza que quiero compartir con quienes aquí se detengan a leer mis artículos.

Siempre me llamó la atención que entre las muchas personas que se encontraban allí reunidas, les fuera tan difícil "saltarse el protocolo" y acudir en ayuda de quien en ese momento tenía un problema. Es decir, las formas impedían que el corazón se mostrara. Digamos que eran más fuertes las supuestas formas de protocolo que lo que la necesidad pura y dura dictaba al corazón de la gente. Porque ¿hay que preguntarse sobre la conveniencia o no de ayudar a un niño, una anciana, un oficinista que se ha tropezado en la calle? No, ¿verdad? Sencillamente uno acude en su ayuda y ya está. ¿O es que una mujer no puede ayudar a un hombre porque las buenas y anticuadas maneras dicen que son los hombres los que tienen que ayudar a las mujeres?

Sin embargo, hay alguien que sí reaccionó rápidamente. ¿Por qué? Creo que probablemente por varias causas. Una, por supuesto, por su proximidad física ante quien le estaba saludando. Pero otra, y es aquí donde me gustaría detenerme, porque creo yo sabía muy bien quién era y que por tanto no necesitaba ajustarse a supuestas normativas sino sencillamente actuar como el sentido común y el corazón le dictaba.

Y es que me temo que muchas veces cuando uno no se muestra respetuoso o bien tiene que razonar en exceso lo que conviene y lo que no, se debe al hecho de que la persona en cuestión  no tiene verdadera conciencia de sí mismo. Sólo el que sabe quién es puede actuar de motu propio. No es lógico que se nos diga a quién podemos sonreir y a quién no; a quién podemos ayudar y a quién no; pues la persona que sabe quién es en su interior, no busca manuales de instrucción para actuar, sino que se basa en el propio sentido común y en su propio corazón.

Quizá deberíamos cuestionarnos cuántas veces dejamos de obrar con el corazón por vergüenza, por el qué dirán, por miedo al ridículo, porque no sabemos si es o no oportuna nuestra acción. ¡A veces nos cuesta tanto trabajo dar una respuesta espontánea! Quizá el mismo trabajo que nos cuesta reconocernos como los seres que realmente somos o estamos destinados a ser. La seguridad interior de cada uno, la autoconfianza permite que nos expandamos mucho más allá del mero formulismo y es así como conseguimos que la esencia que llevamos en nuestro corazón se despliegue sin miedo alguno.


martes, 6 de octubre de 2015

Lo que practicas, ¿te hace mejor persona?

Muchas veces, realizamos prácticas por lo que se supone que van a resultar convenientes, pero no necesariamente nos adentramos en la profundidad de lo que dichas prácticas pueden conseguir de nosotros: que seamos verdaderamente mejores personas y no sólo buenos practicantes. Puede que dicho así, uno no acabe de entender lo que este artículo sugiere, así que vayamos a algún ejemplo para clarificar el mensaje.


Existen diferentes prácticas ascéticas que se siguen por diferentes motivos; unas por convicción, pero otras por obligación, por purificación, por modas, etc. Así, una de esas prácticas puede ser el ayuno. Indudablemente un ayuno comedido puede aportar un gran bienestar pues ayuda a purificar el cuerpo, así como a conseguir ir disciplinándolo paulatinamente. Pero también es verdad que, dependiendo de las verdaderas motivaciones, así como del carácter de quien lo practica, puede generar estados nada recomendables. Por una parte, la persona que ayuna, puede sentirse por ello superior a quien no lo hace, y desarrollar un cierto orgullo o vanidad que no se correspondería con la pureza de conciencia que se desea alcanzar. Asimismo, quien ayuna puede hacerlo de manera tan inflexible que, además de dañar su cuerpo, dañe los sentimientos de quienes con la mejor de las voluntades ese día le invitan a alguna celebración de importancia como puede ser una boda o un nacimiento. Incluso puede suceder que el practicante de este ayuno lo haga porque cree que es su deber, pero dentro de sí, tal práctica le genera un cierto odio y enfado por la situación a la que se ve obligado dirigirse. Y entonces, teniendo en cuenta estas formas de ayunar que parecen no del todo beneficiosas, habría que preguntarse ¿hacen mejor a la persona que las realiza o fomentan estados de soberbia, ira, enojo, autoflagelación... etc.?

El ejemplo elegido se puede traladar a cualquier actividad: la práctica de deportes, la pertenencia a diversas ong's, y un largo etcétera. Actividades todas ellas útiles, por supuesto, pero ¿contribuyen a hacer a cada uno una mejor persona o quizá sea al contrario? Con esto no quiero decir en absoluto que ayunar, practicar deporte o pertenecer a asociaciones benéficas sea algo malo, ni mucho menos; lo que digo es que hay que valorar y analizar el por qué una persona determinada se anima a practicarlas, y si como resultado de las mismas uno se va haciendo una mejor o una peor persona. 

No nos engañemos, hacer una mortificación puede resultar útil por diversas circunstancias pero también puede añadir vanidad a la vida personal de quien se mortifica. Contribuir con cualquier tipo de actividad hecha por tradición o porque alguien asegura ser beneficiosa no siempre genera los mismos resultados en todas las personas. Cualquier práctica debe ser valorada de acuerdo a los resultados que se logran con ella, y no unos resultados meramente utilitarios sino éticos.

Ya vemos que en muchos casos uno puede asegurar que determinadas acciones nos resultan útiles, pero vuelvo a lanzar la misma pregunta: ¿nos hacen mejores personas? Porque si sólo atendemos a la utilidad, alguien podría decir que robar un producto le resulta útil pues le beneficia aparentemente de dos maneras: obteniendo el producto y no perdiendo dinero con el mismo. Pero, ¿eso le hace mejor persona? Ya sé que acabo de poner un ejemplo que de entrada se ve ya como negativo, pero aplícalo a cualquier práctica por muy positiva que sea, y valora si realmente contribuye a tu engrandecimiento profundo como persona o sólo al exterior.

Por tanto, a modo de resumen, creo que ante cualquier práctica que afrontemos, debemos fomentar aquellas que nos hacen mejores y descartar las que simplemente no lo consiguen. Si te hace mejor persona practicar yoga, sigue haciéndolo; si te hace mejor persona, rezar un rosario, sigue haciéndolo; si te hace mejor persona, visitar a los ancianos que están solos, foméntalo; si te hace mejor persona correr por el parque, continúa con ello. No se trata simplemente de hacer lo que te gusta o lo que te disgusta pero que es necesario; se trata de hacerlo porque te engrandece como persona y así cada uno contribuye a engrandecer a todo el género humano. Gandhi en los tiempos en que actuó como enfermero, aconsejaba que quienes no tenían vocación para ello que no se acercaran a esta tarea por considerar que era una obligación que debían cumplir, ya que al no estar profundamente cualificados en su interior, su incompetencia resultaba altamente perjudicial para todos. Claro, otra cosa es que uno se vea en la obligación de hacerlo porque es el único disponible, pero no estamos hablando de eso. De lo que hablamos es de ampliar nuestros intereses y no sólo valorarlos por su aparente utilidad material o externa sino por su verdadera capacidad de transformarnos y engrandecernos en lo que verdaderamente vale la pena: nuestro ser más profundo.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

A vueltas con la meditación

Hoy en día se habla mucho de la necesidad de practicar la meditación, pero no acabamos de tener muy claro ni lo que realmente es ni cómo ejercitarlo. Me gusta mucho leer libros sobre meditación, y cada uno de ellos añade algún punto de interés que me ayuda a reconsiderar y poner en práctica medios para poder meditar lo más adecuadamente posible de acuerdo a mi propia idiosincrasia. El caso es que este verano he podido disfrutar muchísimo con un libro que aborda este tema desde casi todos los puntos de vista y que ayuda mucho a ese pensamiento occidental que tenemos y que a veces nos hace difícil entender el oriental de forma más práctica.

El libro en cuestión es Aprenda a Meditar, escrito por Eric Harrison, y de este libro yo creo que podemos aprender muchas cosas realmente. En primer lugar porque el autor demuestra ser todo un profesor; no digo ya un "maestro", sino un profesor, es decir, alguien con grandes dotes para enseñar de manera pedagógica; alguien que se pone en nuestra piel, independientemente de las ideas que pueda tener y que trata de que todos puedan alcanzar el gozo del estado meditativo.

En primer lugar, Eric Harrison nos intenta aclarar lo que se considera "meditación" en oriente, y lo que pensamos que es "meditación" en occidente; y aunque no coincidan ambos puntos de vista, el autor no decide por nosotros cuál es el punto de vista correcto sino que llama a cada uno a que decida cuál es el sistema que mejor se ajusta a la persona que desea practicarla. Así, nos habla de como para unos meditar es hacer el "vacío" en la mente y dejarse llevar; mientras que para otros es concentrarse en un tema concreto y ponderarlo. No importa esta diferencia porque lo que une a ambas corrientes es la palabra que sirve de base a este blog: la consciencia. Sí, meditar es hacerse consciente, llegar a ser consciente, ni más ni menos.

Además de explicar muchas formas distintas de meditar, nos anima a hacerlo sin esperar a viajar a algún lugar como el Himalaya, sino sencillamente a hacerlo parte integrante de nuestro vivir cotidiano; porque, sin restarle importancia a los retiros en lugares especiales para practicar la meditación (cosa que también recomienda), señala con fuerza la necesidad de buscar sencillamente unos minutos cada día, así como ir adaptándola e integrándola en nuestro vivir cotidiano, ya sea mientras realizamos tareas del hogar, como cuando esperamos en la cola del autobús, o a la vez que caminamos o simplemente contemplamos un paisaje o miramos por la ventana.

Si pincháis en el enlace, podéis obtener una muestra a través de Google Libros para valorar el interés de su contenido para cada uno. A mí, verdaderamente me ha parecido un excelente descubrimiento y por eso lo comparto con todos vosotros.

jueves, 3 de septiembre de 2015

¿Cuál es tu vocación?

De vuelta del periodo vacacional, parece un buen momento para abordar un tema tan importante como la vocación particular, ya que llega el momento de retomar de alguna manera aquello que llamamos la vida activa... y productiva. Llega el momento de retomar o iniciar ocupaciones que pueden estar más o menos de acuerdo con nuestros gustos o no. No olvidemos que hacer no equivale necesariamente a ser. Muchas veces, a la hora de pretender averiguar la profesión de alguien, le preguntamos de forma general qué es, y la persona suele responder rápidamente explicando aquello que hace, es decir, aquello en lo que trabaja, y las respuestas pueden ser muy variadas: soy ama de casa, profesor, piloto, conserje, médico, periodista, peluquero... Pero yo creo que partimos de un error muy grande pues lo que haces no tiene que corresponder necesasriamente con lo que eres. ¡Cuántas veces te has visto obligado a realizar funciones que no te definen como persona ni se identifican con tus gustos! Y esto que aplicamos a las profesiones podríamos aplicarlo igualmente a pautas de conducta aprendidas, o bien a actividades que realizamos por gusto o por sentirnos obligados a emprenderlas. 

¿Lo que haces define lo que eres? En esta pregunta yo diría que está contenido el tema que da título a este artículo: la vocación. ¿Qué se entiende por vocación? Aquello a lo que uno se siente llamado. Sí, es una llamada que surge de dentro, un impulso que nos mueve hacia una dirección determinada en lugar de hacerlo hacia otra. A veces esa vocación puede confundirse con los deseos de los demás, con las modas y tendencias, con las actitudes generales del entorno en el que nos encontramos, etc.; pero la verdadera vocación está ahí intentando hacerse notar, aunque a veces lo haga utilizando una voz tan bajita e inaudible que apenas es reconocida por quien debiera escucharla.

Cuando hablamos de vocación la mayoría entendemos la profesión a la que deseamos dedicarnos y en ello vemos una gran fuerza motora que nos guía en la dirección adecuada... y claro, surge la frustración si no logramos ejercer aquella profesión que consideramos nuestra verdadera vocación.

Pero no, no confundas términos; tu vocación no es realmente el trabajo o función que realizas, sino algo mucho más profundo: el motivo por el que lo haces o deseas hacerlo.

Fíjate, puedes creer que tu vocación es ser profesor, pero quizá tu verdadera vocación más que ejercer la función docente como una profesión con un horario y un sueldo determinado la hayas elegido porque lo que deseas es transmitir el conocimiento adquirido; y ésa es tu vocación, no necesariamente la de profesor, puesto que puedes transmitir ese conocimiento de otras múltiples maneras: a través de la escritura, a través de consultorías, por medio de conversaciones aparentemente accidentales con la cajera del supermercado, con el señor que se sienta a tu lado en el autobús, con la señora que pasea su perrito mientras tú practicas estiramientos en el parque... Como verás, tu vocación de transmitir el conocimiento adquirido para compartirlo con los demás puedes ejercerlo de muchas maneras además de la profesión que hayas elegido. Y así sucede con cualquier profesión, con cualquiera. La verdadera vocación es el motivo por el que decides moverte y actuar para ejercerla, no el puesto en el que crees que debes desarrollarla

Y ahora pregúntate en silencio: ¿cúal es tu verdadera vocación?


jueves, 25 de junio de 2015

Atendiendo a los Ciclos

Cartas Adivinatorias de los Arcángeles, de Doreen Virtue

La Naturaleza nos muestra la importancia de los ciclos. La primavera da paso al verano; el verano, al otoño; el otoño, al invierno; éste a la primavera; y vuelta a empezar. Y cada ciclo trae unas demandas concretas, si bien parece verdad que el ser humano no siempre es respetuoso con estos requerimientos que nos brinda la vida en movimiento; y también parece verdad que muchas veces pagamos un alto precio por este saltarnos alegremente las leyes naturales. 





Mensajes Mágicos de las Hadas, Doreen Virtue



Ahora, al menos en la zona terrestre donde me encuentro, nace el verano con plena rotundidad, y creo que es un buen momento para dedicarlo a tareas distintas, así como a sentir el sol, el agua del mar o de las piscinas, a dar paseos cuando ya la sombra se hace más compañera nuestra que a lo largo del día; en fin, a cambiar de ritmo.








Mensajes Mágicos de las Hadas, Doreen Virtue


Pues sí, toda esta explicación sirve para comunicaros que, llegado el verano, con él vienen también las vacaciones. Así que, he decidido tomármelas al pie de la letra.

Os deseo unas muy felices vacaciones a quienes las tenéis también, y paciencia para aquellos que todavía no pueden disfrutarlas, pero lo que sí podemos es recordarnos que en cualquier época del año disfrutar es una excelente opción.

¡Feliz verano!

 






lunes, 15 de junio de 2015

¿Cómo meditas tú?

Cuando hablamos de meditación muchas veces englobamos en este concepto muchas disciplinas que apenas se parecen un poquito unas a otras. Para muchos la meditación consiste en concentrarse en un tema específico y estudiarlo; para otros, sin embargo, la meditación es precisamente lo contrario, y así consideran que se trata de hacer vacío en la mente; otros identifican la meditación con la oración, aunque también habría que distinguir las diversas clases de oración que existen como la de petición, la de acción de gracias, la de devoción, y un largo etcétera. Y es que al igual que veíamos que sucedía con el Tarot, según vimos en un artículo precedente, y se generalizaba con este nombre cualquier sistema de cartas fuera o no un Tarot; podríamos decir que también tendemos a generalizar cuando hablamos de meditación y englobamos las distintas prácticas en una misma palabra que a veces nos puede producir una cierta confusión.

Para salir de este ambiente un tanto cáotico, me gustaría transcribir lo que dice un Swami que realmente me parece encantador por su sencillez, su claridad, su sabiduría y su excelente sentido de humor que supo contagiar y que ahora desde el lugar bendito en el que sin duda se tiene que encontrar sigue transmitiendo a través de sus videos y libros: Swami Satchidananda

Satchidananda resume una inteligente definición de la meditación de esta manera: "Al fin y al cabo, ¿qué es la meditación? Enfocar toda su mente en lo que está haciendo".
Swami Satchidananda

Centrarse  en una tarea, en un vacío, en una acción, en una devoción, y hacerlo lleno de paz mental constituye toda una meditación que aumenta la intensidad de la vida, la intensidad del ser. 

Satchidananda aconseja: "Siempre que se encuentre en un estado de paz mental, medite. Para eso, le basta cerrar sus ojos y relajarse, aunque sea por un minuto solamente. Si desea produndizar la práctica de la meditación, destínele un tiempro cada día".

Y es que nos hacemos tantas cábalas con respecto a la meditación que la convertimos en algo verdaderamente complicado e inaccesible. Por supuesto que hay diferentes grados de meditación, pero el no alcanzar el grado supremo no tiene que presuponer no practicar el grado más sencillo y placentero. Sí, he dicho bien, la meditación no tiene por qué ser una práctica tortuosa de la que el miedo al sufrimiento nos impida acercarnos a ella, sino que por el contrario debería constituir un acto de verdadero regocijo. Es este mismo swami quien nos dice esto mismo poniéndolo en boca de Patanjali a quien se considera el sistematizador original del Yoga: "Muy bien, todo aquello que te agrade, conviértelo en objeto de meditación". Y sigue advirtiendo para adentrarse en esta práctica: "Medite en lo que le gusta". Y hace una aclaración, si uno desea meditar en algo complicado debe entonces estar dispuesto a enfrentarse a esa complicación, por tanto podría ser mejor elegir algo sencillo para saber beneficiarse de ese gran momento.

Existen tantos tipos de meditación que todos podemos practicarla de una u otra manera. Me llamó la atención escuchar a Paulo Coelho sobre su dificultad para meditar sentado en, digamos, posición típicamente zen; él decía que una de sus formas de meditación era cuando disparaba con su arco así como cuando caminaba. Y sí, claro que sí, la meditación en acción también es una buena forma de meditar; sin ir más lejos ahí tenemos el método puesto en práctica por Osho con sus llamadas meditaciones dinámicas.

Vuelvo a citar las palabras de Satchidananda: "Si no puede acostumbrarse a estar sentado y meditar, no se desespere. Levántese y haga algo. Es como si tratara de dormir. Si le cuesta conciliar el sueño, no se quede acostado en la cama. Levántese y haga algo hasta que le dé sueño. Entonces, cuando se acueste, dormirá inmediatamente."

Personalmente he descubierto que un momento y un espacio en el que medito muy bien es disfrutando de la ducha, cuando cae el agua sobre mi cuerpo y entonces surge en mi mente un mundo lleno de riqueza que me ayuda a obtener respuestas o bien inspiración para, por ejemplo, crear esta entrada de hoy.

Como muy bien decía Satchidananda: "Usted puede disponer de muchas formas de meditación. No importa cuál seleccione, pues todas conducen a la misma meta."

No quiero terminar este artículo sin mostrar mi agradecimiento a Philip Mandelkorn, quien seleccionó las muchas conferencias de Satchidananda para poderlas ofrecer en un lilbro que yo, al menos, guardo como oro en paño.
Libro: Conózcase a usted mismo: las Enseñanzas de Swami Satchidananda,  compaginado por Philip Mandelkorn.



viernes, 29 de mayo de 2015

Focalizar el interés

Obra de Bartolomé Esteban Murillo
Uno de los problemas con el que podemos encontrarnos a la hora de hacernos conscientes, es la dispersión en la que solemos vivir. Nuestro pensamiento va de aquí para allá a velocidad de vértigo, distrayéndonos de la concentración y el interés que deberíamos poner en las cosas. Sin duda cuando tenemos un interés en algo concreto nos resulta más fácil concentrarnos en ello y descartar el resto de acontecimientos, objetos o pensamientos que no se relacionen directamente con nuestros intereses. Veamos un ejemplo, aquellas personas a las que le gustan los libros, cuando pasean por la calle, muy probablemente se vayan fijando en las tiendas de libros que pueden ir encontrando; aquellos que se vuelven locos por las motos, parecen ver más motos que cualquiera de los demás viandantes que les acompañan. ¿Qué nos está diciendo este ejemplo? Que aquello en lo que centramos nuestros intereses es lo que surge ante nosotros prioritariamente

Y esto no sólo sucede con aficiones más o menos declaradas, sino con cualquier tipo de pensamiento. Así vemos que aquellas personas que se centran en pensamientos más o menos tristes, sólo ven tristeza a su alrededor; mientras que aquellas personas que derrochan optimismo suelen ver facetas de la vida mucho más agradables y bellas. Recuerdo en una ocasión en la que escribí un texto en mi otro blog en el que derroché alegría y optimismo, y cuál fue mi sorpresa al leer un comentario de uno de mis lectores que decía: "Oh, qué triste". Me quedé tan perpleja que me puse a releer el texto para comprobar si había dejado traslucir algún tinte de amargura en él, pero lo cierto es que nada más lejos de la realidad, el texto no contenía ni un ápice de melancolía, y entonces me di cuenta de que en aquel texto además de lo que yo escribía podía encontrarse lo que cada lector pusiera de su propia cosecha; es decir, si el lector era alguien pesimista vería en mis palabras signos de gran tristeza, mientras que si era optimista no tendría problemas en detectar la alegría que traslucía el escrito; y por supuesto, para tranquilidad mía, tambíen habría lectores que simplemente leyeran con objetividad el escrito sin añadir sus propios prejuicios y que posteriormente cada cual tomara la posición que el texto le hubiera inspirado de acuerdo a su propia personalidad pero sin alterarlo.

En los inicios del cine, cuando se empezó a aplicar la técnica del montaje se pudo estudiar y analizar cómo el contexto puede modificar y añadir interpretaciones a imágenes que en sí mismas no las contenían. Así, en lo que se llamó el efecto Kuleshov se mostraba el rostro neutro de un hombre de quien, dependiendo de la imagen que se mostraba inmediatamente después, cada espectador lo juzgaba de diferente manera. Las tres imágenes que acompañaban a aquel rostro neutro e inexpresivo eran, una niña muerta, un plato de sopa y una mujer seductora. Para sorpresa de quienes estudiaron el fenómeno pudieron constatar cómo los espectadores asignaban elementos de tristeza, glotonería y lujuria al mismo personaje dependiendo de la imagen que veían a continuación.

Para nuestra buena salud mental es muy bueno aplicar unas ciertas "medidas higiénicas" a nuestro pensamiento y a nuestra actitud, y esto nos lleva a la importancia de enfocar bien nuestros intereses y hacerlo de la manera más adecuada y beneficiosa posible. Centrar el interés en lo que va a ayudarnos a ser mejores y más conscientes, en vez de centrarlo precisamente en lo contrario.

Y quizá algo más, además de focalizar de la manera más adecuada nuestros intereses lo más positivamente posible, no estaría del todo mal añadir algo más y es el decidirnos a ampliar el rango de nuestros intereses en lugar de estrecharlo para así contribuir con un excelente método para desarrollar la consciencia.

Focaliza tu interés de la mejor manera posible, porque, no lo olvides, aquello que piensas es lo que ves.


viernes, 15 de mayo de 2015

Profundizando en el Tarot

Vimos en el artículo anterior la importancia del Tarot, así como de otros múltiples oráculos, para hacernos conscientes de lo que sucede, tanto de nuestras actitudes como de situaciones e incluso actitudes del entorno que puedan ayudar a obtener una visión más certera de aquello que necesitamos realizar, no sólo para nuestro interés personal sino para el interés general. Y creo que es importante matizar esto, puesto que no se trata de hacer uso de información privilegiada para nuestro propio beneficio egoísta, sino que lo que intentamos es apoyar el interés general, incluidos cada uno de nosotros dentro del mismo, por supuesto.

Pero en el artículo anterior surgía una pregunta: ¿Quién habla a través de estos oráculos?

En primer lugar habría que destacar que tanto las cartas como otros sistemas oraculares son principalmente vías de comunicación que cuentan con un lenguaje simbólico determinado. Cuando hablamos de vías de comunicación, hablamos de elementos materiales que nos permiten emitir y recibir información. Así un teléfono, por ejemplo es una vía de comunicación; un instrumento que permite que alguien haga uso de él para comunicarse con otro y ofrecernos la posibilidad de compartir información.

Para que un teléfono haga su labor se necesitan varias cosas. Por supuesto que el canal que permite la comunicación esté en perfecto estado. Ademas, se requieren dos interlocutores, uno que llama y otro que recibe y decide contestar o no. La comunicación puede romperse en el momento en que uno de los dos interlocutores decida cortar la llamada.

Pero además de ese medio material, ese teléfono que hemos utilizado en nuestro ejemplo, se hace necesario el conocimiento de un idioma determinado. Si uno se dispone a descolgar el teléfono y quien llama es alguien que no habla nuestro idioma, la consecuencia será una imposibilidad material de entendimiento. Por tanto, conocer el lenguaje y determinar en cuál vamos a hablar es un paso muy importante. Y así enlazamos con lo que es el Tarot: una vía de comunicación material puesto que son unas cartas que podemos tocar, mover y mirar; y unos diseños dibujados en esas cartas que constituyen el lenguaje simbólico que a medida que se va aprendiendo dirá más y más cosas.

La persona que utiliza las cartas sería uno de los elementos de la comunicación, pero ¿y el otro, quién o qué es? Está claro que nadie puede dar una única y definitiva respuesta a  esta pregunta, pero yo me voy a inclinar por dos vías que pueden muy bien complementarse en vez de que una descarte a la otra.

Para mí hay dos entidades que nos hablan a través de las cartas. Una de ellas, la que suele ofrecer menos problemas a la razón de muchos, es nuestro propio ser interno, ese ser que sabe y conoce y al que tan poco escuchamos a veces; ese "yo mismo" más sabio, esa "propia conciencia" que nos dice en nuestro fuero interno tantas cosas que a veces no queremos escuchar y acallamos con multitud de tareas; ese subconsciente que nos conoce perfectamente porque somos nosotros mismos pero sin tantos límites como nos imponemos e incluso permitimos que nos impongan. Al hablar a través de las cartas nos permitimos ser nosotros mismos de verdad. Eso implica el trabajo de liberar nuestra mente y limpiarla de prejuicios e ideas fijas.


Obra de Fra Angélico
En cuanto a la otra entidad que nos habla a través del Tarot, obviamente me refiero a entidades de tipo esotérico, seres con más conocimiento que nosotros y que nos ayudan a través de diferentes medios, pudiendo ser uno de ellos el Tarot. Estoy convencida de que lo que vemos con nuestros ojos no es lo único que existe, y así considero que no tiene nada de extraño que existan esos seres con mayor sabiduría, los podamos ver o no. Para mí, los que hablan a través de las Cartas son los ángeles, así como  seres espirituales superiores que podrían ser denominados maestros.

En cualquiera de los casos, y como digo, sin que uno tenga que excluir necesariamente al otro sino complementarse, el Tarot es una excelente manera para profundizar en aquello que puede hacernos mucho mejores.

miércoles, 29 de abril de 2015

Oráculos y Tarot

Sibila Eritrea pintada por Miguel Ángel
Sé muy bien que para muchos la sola mención de la palabra oráculo o Tarot le supone una inmersión en supersticiones trasnochadas que no merecen ser tenidas en cuenta; sin embargo, desde hace años, para mí esas palabras han tenido gran importancia, y con su uso, y vistos sus resultados, no puedo más que mostrar mi admiración por una herrmanienta que sin duda alguna funciona, digan lo que digan quienes nunca se han atrevido a acercarse a ella. Otras cosa, por supuesto, es que el uso de estas herramientas se haga de manera equivocada o partiendo de muchos prejuicios y poca preparación, pero eso no quita el valor de la herramienta por sí misma, sino más bien nos habla de la ineptitud de quien se lanza a utilizarla de manera equivocada.

Aunque el Tarot es un diseño particular de cartas, digamos que hoy en día se llama Tarot a cualquier mazo de cartas empleado para la adivinación, sean éstas o no exactamente un Tarot. A modo de ejemplo, normalmente uno llama Coca-Cola a todas las colas que existen en el mercado puesto que es la que dio fama a este tipo de bebidas; así como rimmel a las mascarillas para las pestallas a pesar de responder al nombre de la marca más conocida en su momento de este tipo de mascarilla. En realidad, como digo, Tarot es un tipo determinado de cartas que siguen una estructura específica y que puede componerse de 22 o 78 cartas (según contenga sólo los Arcanos Mayores o que se incluyan también los Menores). Sin embargo, vemos que existen muchos mazos que se guían por estructuras diferentes, con números de cartas variables y diseños totalmente diversos; pero lo importante es de lo que tratan básicamente y de para qué se usan, y eso es lo que vamos a ir determinando.

Alguno se preguntará qué tiene todo esto que ver con un blog que trata de focalizarse en la toma de conciencia; y ahí radica el punto de interés de este artículo. Y es que tanto el Tarot, como otros cartas, así como el I Ching, un libro oracular de gran enseñanza filosófica y de conducta, nos ayudan fundamentalmente a esto precisamente: a tomar conciencia, a hacernos conscientes de lo que está pasando. 

Desgraciadamente, las consultas basadas en cartomancia o cualquiera de las mancias conocidas, buscan desvelar el futuro, en vez de profundizar en el presente para que el futuro se vaya forjando de manera consciente. Muchas veces no necesitamos saber lo que va a suceder, sino cómo debemos manejarnos, cómo desarrollarnos de la manera más correcta, cómo aprender de las circunstancias; y para todo esto el Tarot es muy sabio.

Toma de conciencia, aprendizaje, valoración, son palabras que suelen encontrarse muy poco en quienes consultan estos oráculos, y sin embargo considero que son las palabras de más valor, porque la idea es aprender y aplicar nuestra capacidad para ello, para discernir, para ver no sólo nuestro enfoque personal sino adentrarnos en otros enfoques más amplios; salir de nuestro pequeño esquema mental y buscar consejo en quien tiene una visión más amplia de las cosas y que está dispuesto a enseñarnos a ver una parte más amplia de las mismas. 

Pero ¿quién es este alguien que nos informa a través del Tarot? Como veréis en el próximo artículo hay multitud de teorías al respecto; teorías, hipótesis, más que certezas absolutas; pero como digo... eso lo veremos próximamente.

miércoles, 15 de abril de 2015

Actitud

Fue el psicólogo y filósofo William James quien transmitió una idea sumamente útil. Más o menos lo que él dijo fue: No se canta porque se esté alegre, se canta para estar alegre.

Por supuesto que existen momentos para todo. No soy tan necia como para negar el dolor, el derecho a la queja, el desgarro, ni muchísimo menos; pero sí creo que estos estados deben quedarse en los momentos puntuales de acontecimientos tristes e incluso demoledores, sin que por ello se conviertan en una pauta de conducta continuada. Es decir, no deben perpetuarse como una actitud negativa, sino que hay que saber trascender esos momentos y aplicarse hacia una actitud completamente diferente y mucho más constructiva: la actitud positiva.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, uno de los significados de la palabra actitud es el que la define como "disposición de ánimo manifestada de algún modo". Así que ya tenemos unida la manifestación de algo con el ánimo que la acompaña o crea. Para movernos por la vida, para realizar acciones, para obtener resultados es necesaria una actitud previa, una disposición anímica para lanzarnos a la realización de cualquier tarea por nímia que nos parezca, y así se hace preciso conocer cuáles son las actitudes que nos van acompañando y alentar aquellas que resultan beneficiosas así como descartar las que no lo son.

Como prueba de que nuestro cuerpo y nuestra mente (como parte que enlaza la materia con algo más abstracto que a mí me gusta denominar espíritu o alma) están unidos, no hay más que fijarse en determinadas posturas corporales para adivinar la actitud subyacente a las mismas. Ver a alguien esperando de pie y con los brazos cruzados ya nos suele advertir de la posible reprimenda que alguna otra persona está a punto de recibir a no ser que tenga una excelente excusa para hacer bajar aquellos brazos amenazadores; la vista fija en el suelo y la espalda encorvada a la búsqueda de un objeto invisible para la mirada, puede advertir de confusión, miedo, vergüenza, incapacidad para afrontar las tareas, exceso de presión, y otras diversas posibilidades pero todas coincidentes en un sentimiento de victimismo.

La actitud es algo que puede verse, aunque también puede aprenderse a ocultarla en cierta manera. Y el problema surge cuando uno mismo oculta para sí las propias actitudes, y se mueve en el autoengaño, con lo cual poco o nada puede hacer para salir de situaciones que le mantienen estancado.

A veces, incluso, para enmascarar nuestras actitudes podemos ampararnos en las aptitudes, y así decir que no valemos para esto o para la otro, que nuestra personalidad es así o asá, que no tenemos tal o cual capacidad; pero esto no es cierto, la aptitud sería la capacidad para desarrollar determinadas tareas; por ejemplo, una persona que ha estudiado japonés puede traducir un texto del japonés, mientras que quien no conozca este idioma no podrá hacerlo, porque no tiene aptitudes para ello; sin embargo, sí tiene la posibilidad de generar múltiples actitudes; puede tener la actitud derrotista de resignarse a no saber lo que dice ese texto, o puede tener la actitud positiva de buscar a alguien que se lo traduzca y así ampliar su conocimiento de lo que ha visto escrito pero no puede ni leerlo ni entenderlo. 

La actitud, por tanto, puede motivarnos en una dirección encaminada a la acción o bien hacia una cierta pasividad. Hacernos conscientes de nuestras verdaderas actitudes puede ayudarnos no sólo a mejorar nuestra vida sino nuestro entorno, pues ya se sabe que si uno colabora en su propia mejora está aportando un grado más de bienestar que los demás también podrán disfrutar... si su actitud es la adecuada.

jueves, 26 de marzo de 2015

El espejo: ese importante maestro

Obra de John William Waterhouse
Digamos que a partir del mito de Narciso y su enamoramiento de sí mismo al verse reflejado en el agua, el hecho de mirarse en un espejo está bastante mal visto, pero ¿resulta correcto entresacar una interpretación tan negativa de un mito que pretendía adentrarse más en otros aspectos que en el simple hecho de autoobservarse? No lo creo.

Es verdad que las constantes miradas lanzadas a diestro y siniestro hacia un espejo pueden revelar, además del físico de una persona, su enorme vanidad; pero el espejo, despojado de toda muestra de presunción, puede ser una excelente ayuda para el autoconocimiento, y por tanto, para desarrollar la conciencia de nosotros mismos en el mundo. Porque muchas veces creemos que nos comportamos y mostramos de  una manera, cuando en realidad esto no es así. En nuestra ayuda vinieron inventos tecnológicos tan grandes como los que permiten grabar y reproducir el sonido y la imagen. Todavía recuerdo mi primer encuentro con una grabadora, o como decíamos entonces (¡en pleno siglo pasado!) un magnetofón. Mi sorpresa fue enorme al apenas poder reconocer mi voz una vez reproducida. ¿Aquella era yo? ¿Así me oía la gente? ¡Pero si yo estaba convencida de tener una voz mucho más grave, y resulta que era total y absolutamente aniñada! Sí, era yo; todos me decían que así sonaba mi voz habitualmente.

Un espejo, o cualquier tecnología que nos permita autoobservarnos (sin caer en la obsesión, por supuesto) puede constituir un elemento de gran ayuda para nuestra mejora y nuestro conocimiento. Muchas veces realizamos gestos o emitimos sonidos que se han convertido en toda una costumbre y de los que no somos nada conscientes; por ejemplo, esas constantes "muletillas" de las que hacemos ya no sólo "uso" sino puro "abuso"; por ejemplo, esos gestos que nos llevan a tocarnos la barbilla de una manera pertinaz, o la ceja como si en ello nos fuera la vida.

A muchas personas no les gustan las fotos. Personas de culturas ancestrales tienen pánico a que se les pueda tomar una foto pues consideran que de esa manera se les está robando el alma. Y yo no digo que se robe, ni mucho menos, pero sí que de alguna manera se desvela. Miradas llenas de significado; manos colocadas de maneras singulares portadadoras de una comunicación subliminal casi; músculos tensos como si fueran a partirse de tan poco relajados que se encuentran; y así un largo etcétera.

Obra de Pablo Picasso
No deberíamos confundir la vanagloria, el orgullo y la petulancia, con algo mucho más profundo y de marcado interés como es el conocernos a nosotros mismos, el vernos como los demás nos pueden estar viendo y no como querríamos ser vistos. Hacernos conscientes de que aquellas palabras que emitimos con tan buenas intenciones según nuestra opinión, realmente reflejaban un grado de autoritarismo e imposición que sólo podían ser contestadas con la huida o con el enfrentamiento directo. Aquella mirada al vacío o a lo que sucedía en la calle en vez de ser dirigida con aprecio e interés al interlocutor ya le está avisando de lo poco dispuesto que está a interesarse por lo que éste le está diciendo. Son gestos, múltiples gestos que cuesta mucho educar, y que si además ni siquiera somos conscientes de tenerlos ¿cómo podremos subsanar los posibles defectos?

A veces es la vergüenza ante nosotros mismos lo que nos inhibe para contemplarnos, pero ¿no es más vergonzoso actuar de manera inapropiada por el propio desconocimiento? Además, ¿vergüenza de qué exactamente?, ¿de ideas que se nos han inculcado y que ya de entrada ni siquiera son nuestras?, ¿qué hay en ti que pueda causarte vergüenza? ¿No nos está indicando esto ya algo que debería ser subsanado? Pretendemos estudiar y entender el mundo olvidándonos de nuestro propio sujeto, ¿cómo puede ser esto?

Aprender a observarse sin premios ni castigos sino dispuestos  a entendernos y mejorarnos es, a mi juicio, una muy buena práctica.


martes, 17 de marzo de 2015

A favor y en contra - Consulta con el Tarot

Hoy me gustaría presentaros como ejemplo dos consultas para desentrañar la personalidad actual del consultante con aquellos aspectos de su carácter que obran a su favor, así como los que por el contrario pueden perjudicarle. No se trata, como podría pensarse, de virtudes y defectos, sino de características que en alguien determinado pueden resultar favorables (virtudes), pero que en otro podrían resultar negativas (defectos). ¿Qué es la generosidad, por ejemplo, una virtud o un defecto? En principio todos estarían de acuerdo en considerarla virtud; pero a lo mejor un exceso de generosidad puede resultar perjudial tanto para quien realiza el acto generoso como para quien lo recibe, pues puede fomentar el abuso, la dependencia, etc.

En el esquema que muestro señalo las posiciones de las cartas. La uno imforma sobre la característica principal del consultante; lo que lo define en el momento de la consulta. La 2, 4 y 6, señalan las cualidades que obran a su favor (la 2 en el plano mental, la 4 en el emocional, y la 6 en la acción o puesta en práctica). La 3, 5 y 7, advierten de aquellas características que podrían ser negativas para el consultante (igual en en el apartado anterior, aquí la 3 se refiere al nivel mental; la 5, al emocional; y la 7, al nivel práctico o de actuación).



Veamos el primer ejemplo, para el que he utilizado las cartas del Tarot Rider Waite:



La consulta hace referencia a un hombre que tiene dotes de mando, sabe poner límites y ordenar las situaciones; sabe sentar reglas claras para manejar no sólo su personalidad sino el entorno. La ventaja de una persona así es precisamente su capacidad para organizar y organizarse, así como mirar por aquello que debe de hacerse para obtener determinados logros. El problema es cuando esta capacidad se utiliza desde un punto de vista autoritario, porque entonces puede hacerse alguien demasiado rígido, incluso alguien que podría convertirse en tan autoritario que degenerara en una personalidad dictatorial. La organización y la claridad para establecer bases que conduzcan a logros sería por tanto una buena característica; la rigidez, autoritarismo y falta de flexibilidad devendría en un grave perjuicio.

A su favor obra su agudeza mental, su capacidad para ver más allá de las apariencias  y no fiarse necesariamente de todo lo que se le presente sin haberlo analizado profundamente. Además es alguien siempre preparado para rebatir con razones los posibles ataques que pudiera recibir, y por supuesto, estar siempre listo para recibirlos y actuar en consecuencia. Le gusta animar a los demás, y "animarse" con los demás.

Por otra parte, a nivel emocional, algo que le beneficia es la buena dosis de alegría que experimenta; una alegría que fundamentalmente le gusta compartir con los demás. Es una persona que valora las celebraciones que vienen de la emoción, y que incluso sabe entresacar victorias de aparentes derrotas.

A nivel de actuación, es alguien dispuesto a avanzar hacia nuevos terrenos y producir. Es una persona que pone en práctica su audacia y que, por lo tanto, puede actuar como un buen lider.

En el plano negativo, parece que a nivel mental podría actuar en su contra un excesivo interés en mandar sobre los demás sin su consentimiento; que sus buenas dotes de mando y honradez fueran cambiadas por autoritarismo y falta de ética.

En el terreno emocional, lo que podría afectar negativamente a esta persona es la capacidad de tomar decisiones tajantes y de forma fría y cortante.

Y por último, a nivel de actuación práctica, lo que quizá actuara negativamente en el caso particular de esta persona, sería conseguir la estabilidad que desea, pues de alguna manera consiguiéndola tendría cada vez más posibilidades de desarrollar esos aspectos negativos de su carácter que le llevan a ser demasiado autoritario con los demás.

Y ahora el segundo ejemplo, que en esta ocasión se refiere a una mujer:



Por la carta considerada como clave, podríamos decir que la consultante es una persona muy aplicada, para la que el trabajo metódico y concienzudo tiene mucha importancia; además siempre busca instruirse para hacer las tareas lo mejor posible.

Vayamos ahora a aquellos factores que obran en su favor. Se trata de alguien que cuida mucho el control de sus instintos, de sus emociones, de sus pasiones, y lo hace razonando éstas para no dejarse llevar por ellas; alguien que busca más consensuar que imponer por la fuerza; estudia lo que debe de decir e intenta contener a sus posibles contrincantes por la fuerza de la persuasión más que por la imposición.

A nivel emocional parece una persona bastante solitaria, que busca a aquellos que realmente puedan aportarle luz y sabiduría, y que no se deja embaucar por la frivolidad carente de profundidad.

Sin embargo, es curioso como puede sorprender ese dos de espadas como algo positivo a la hora de actuar, y eso lo entenderemos cuando veamos los peligros que tiene si usa las características que no parecen convenirle tanto. Con este dos de espadas, se nos viene a decir que a la consultante le beneficia el no tener poder de decisión, pues así lo que llegue a desentrañar será puesto en práctica a nivel interno como crecimiento personal, y a nivel externo sirviendo de ejemplo a quienes sí pueden poner en práctica lo conseguido por sus valores.

En cuanto a los factores negativos, uno de ellos podría ser una cierta tendencia a abandonar los terrenos conocidos cuando cree que podrían causarle problemas y adentrarse en situaciones más alejadas de aquellas que haría bien en profundizar y resolver. La búsqueda constante de nuevos espacios mentales, podría llevarla a la huida de aquello que debería asumir con responsabilidad. Incluso un posible gusto excesivo por los viajes podría obrar en su contra por desarrollar una exagerada movilidad y una ausencia de raíces profundas.

En lo que se refiere al terreno emocional en su caso el ser una persona acostumbrada a ser bien acogida y agasajada también podría actuar en su contra por fomentar en ella una cierta vanidad, y en los demás una complacencia en busca de favores para ellos. La constante muestra de aparentes buenos recibimientos y agasajos podría llevarla a un alejamiento de la realidad creyendo que su vida y la de los demás se reduce a esos buenos momentos y no profundizar en las verdaderas causas que subyacen tras estos recibimientos.

A la hora de actuar, lo que más podría ser nocivo para ella es el conseguir el poder asignado a la Emperatriz, pues ese encegamiento de la realidad que hemos visto en las dos cartas anteriores podría conducirla a ejercer un abuso de autoridad y desarrollar una prodigalidad mal enfocada.

Espero que estos ejemplos os muevan a considerar el Tarot como una ayuda más profunda que aquella ofrecida por únicamente la adivinación sin contar con la comprensión para avanzar de la mejor manera y de forma más consciente en el propio crecimiento.

lunes, 9 de marzo de 2015

Meditación: El mundo roto



La niña no podía parar de llorar. Aquel mundo que tanto había querido, se había hecho pedazos. Veía los acontecimientos de su vida contenidos en una hermosa esfera de cristal, pero de repente, la esfera estallaba y no quedaba nada del mundo que tanto había acariciado.





En su desesperación, la niña elevó los ojos al cielo y clamó ante Dios:

- ¡Mi mundo se ha roto!

No sabía muy bien qué deseaba. ¿Tenía esperanzas de que el Hacedor lo reconstruyera o quería simplemente lanzar su queja en un ¡ay! cargado de dolor?




Y entonces sucedió. A lo lejos vio aparecer a su Maestro. La miraba con sonrisa benévola, y sin esperar la reacción de ella, se agachó en el suelo y comenzó a recoger cada uno de los pedazos rotos. La niña lo contemplaba sin decir nada; esperando a que él hablara primero. Y así lo hizo; la miró y le habló:

- "Yo recompondré tu mundo". Y mirando con una mayor fijeza a la pequeña, añadió: - "Pero necesito que tú me ayudes".

Entonces la niña lanzó una nueva queja de desesperación formulada en una pregunta:

- "¿Ayudarte? ¿Y qué puedo hacer yo?

La niña se sentía tan impotente que no podía comprender cómo su Maestro le pedía a ella que colaborara ayudándolo a él. Pero él sabía muy bien lo que deseaba de su pequeña alumna; y así, volvió a dirigirle aquella mirada tan dulce y a la vez tan sumamente penetrante, mientras susuró unas suaves pero firmes palabras.

- ¿Que cómo puedes ayudarme? Así: ¡Amando cada uno de esos pedazos! Recuérdalo; sé que es difícil amarlos todos; tanto los buenos como los malos; porque todos, recuérdalo, pequeña, todos son dignos de valor y de tu amor. Sólo así tu mundo podrá ser recompuesto. Amando cada uno de estos pedazos.




miércoles, 25 de febrero de 2015

Entrenamiento mental

Nuestra sociedad occidental aboga fuertemente por el entrenamiento físico como una forma de mantener y desarrollar la salud; y yo no voy a contradecir la buena práctica en este sentido, ni mucho menos; lo que sí me gustaría apuntar es que una parte importante de nuestro cuerpo está regida por aquello que denominamos mente y que parece funcionar entre otras cosas a través del cerebro, así que... ¿por qué no nos ponemos también a entrenar la mente?

Bien, antes de seguir vamos a ver si conseguimos hacer una cierta distinción. Por una parte está el cerebro, ese gran desconocido que se inserta dentro de nuestro craneo y del que parece ser que utilizamos una pequeñísima parte de todo su potencial. Digamos que el cerebro es el órgano físico cuyo cometido es poner en práctica las directrices de una función mucho más grande: la mente. ¿Y qué es la mente? Pues parece que hay varias teorías, pero la mente, utilizando el cerebro, permite la función de pensar, por ejemplo. Creo que además de la mente, el ser humano cuenta con algo más profundo o superior que podríamos llamar espíritu, y así me gusta hablar de al menos tres niveles conectados con el pensamiento que estarían formados por el cerebro, la mente y el espíritu.

Para no distanciarnos demasiado de la temática de este artículo, vamos con el desarrollo mental y por tanto con su entrenamiento.

Como  decía en un artículo anterior, parece darse por hecho que la mente, puesto que se nace con ella, no hace falta entrenarla y que se desarrolla sola. Pero como ya habíamos visto, también nacemos con músculos y sin embargo muchos invierten grandes cantidades de tiempo en la tarea de desarrollarlos; es decir, el hecho de nacer con algo no significa que no podamos entrenarlo para un mejor desarrollo e incluso más, para un menor deterioro.

Es verdad también que hoy en día con los nuevos sistemas tecnológicos se practica una forma singular de entrenamiento cerebral con juegos enfocados en su mayoría hacia la lógica; juegos muy instructivos e ingeniosos que por cierto me gusta realizar. Sin embargo, aquí lo que intento hacer es señalar la importancia de un entrenamiento que más que a la habilidad se dirija al centro más profundo de la consciencia.

Antes de seguir me gustaría apuntar sobre la cierta diferencia que existe entre la palabra consciencia y el término conciencia. En realidad casi se puede decir que ambos términos significan lo mismo, y de hecho los intercambiamos muchas veces en el uso habitual; sin embargo sí creo que existe una sutil diferencia. Cuando hablamos de consciencia hablamos de percatarnos de nuestra realidad así como de la del entorno que nos rodea; pero cuando hablamos de conciencia, añadimos un matiz que se relaciona con la ética; es decir, con lo que uno siente que está bien o que está mal. Y aclarado este punto, prosigamos.

Como digo, la mente hay que entrenarla y para ello se hace imprescindible desarrollar la atención. Porque aunque creamos que ponemos gran atención a todo lo que hacemos, frecuentemente esto no es así, ya sea por actuar de forma rutinaria como si hubiéramos conectado el piloto automático que nos inhibe de cualquier actuación consciente, ya sea por tener dispersa la mente pensando en mil cosas que deberíamos decir o hacer mientras estamos diciendo, escuchando o haciendo justo otras diferentes. Como ejemplo de la actuación rutinaria via "piloto automático" puedo contar una anecdota que protagonicé cuando era estudiante de secundaria. Recuerdo que normalmente cuando llegaba a la casa de mis padres tras mis horas lectivas en el instituto acostumbraba a dejar sobre la mesa rectangular de una de las habitaciones los libros que traía; pero un día me llamó la atención el estrépito que oí tras dejar los libros; sorprendida miré hacia atrás y vi los libros caídos en el suelo, ¿por que se habían caído de aquella manera?; la respuesta, tras poner un poquito más de atención, fue clara y patente: mis padres habían comprado otra mesa, en esta ocasión redonda y por supuesto no contaba ya con aquella esquina donde yo solía dejarlos descuidadamente. Como queda claramente explicado esto es un ejemplo de una grandísima falta de atención, que aunque digamos que puede ser algo exagerado, lo cierto es que caemos en este tipo de despistes por no poner la atención debida. Otro ejemplo lo tenemos en los casos en que además de no habernos enfocado en lo que está sucediendo, añadimos una parte importante de imaginación; y entonces sucede aquello que dice el marido en plan tierno el día del aniversario: "Sí, querida, recuerdo cuando nos conocimos y el vestido verde que llevabas"; y la mujer entonces responde: "¿Vestido verde? ¡Pero si llevaba pantones rojos!" Seguro que ahí más de uno se sentirá identificado. Y ya no digamos las distintas descripiciones de testigos de acontecimientos policiales; entonces, casi parecería hacerse realidad el dicho de "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia".

Por otra parte, en la atención se da una circunstancia muy importante: solemos ver aquello que deseamos ver. Sí, a quien le gustan las flores, mientras pasea centra su atención en los ornamentos florales y le pasan desapercibidos los perros que pasean sus dueños, y viceversa. De esta manera nuestra mirada más de una vez queda desfigurada por algo tan importante como nuestro estado de ánimo; cuando uno está contento, la calle es preciosa; cuando está triste y desanimado, esa misma calle resulta un monstruo de fealdad. ¿Dónde está la realidad? ¿No sería preferible deshacerse de esos "prejuicios internos" y adentrarse en la realidad más objetiva?



Entrenar la mente, acostumbrarse a hacerse consciente de lo que sucede, emplear un tiempo a sencillamente sentarse y experimentar la realidad que nos rodea, mirándola, escuchándola, sintiéndola, es un maravilloso inicio.