Un nuevo espacio dedicado a la profundización del ser, pues sólo tomando conciencia de lo que somos, de lo que nos rodea, de lo que nos afecta, nos motiva e interesa, es como podemos desarrollarnos y emprender el camino que nos conduzca a la realización personal.

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jueves, 26 de marzo de 2015

El espejo: ese importante maestro

Obra de John William Waterhouse
Digamos que a partir del mito de Narciso y su enamoramiento de sí mismo al verse reflejado en el agua, el hecho de mirarse en un espejo está bastante mal visto, pero ¿resulta correcto entresacar una interpretación tan negativa de un mito que pretendía adentrarse más en otros aspectos que en el simple hecho de autoobservarse? No lo creo.

Es verdad que las constantes miradas lanzadas a diestro y siniestro hacia un espejo pueden revelar, además del físico de una persona, su enorme vanidad; pero el espejo, despojado de toda muestra de presunción, puede ser una excelente ayuda para el autoconocimiento, y por tanto, para desarrollar la conciencia de nosotros mismos en el mundo. Porque muchas veces creemos que nos comportamos y mostramos de  una manera, cuando en realidad esto no es así. En nuestra ayuda vinieron inventos tecnológicos tan grandes como los que permiten grabar y reproducir el sonido y la imagen. Todavía recuerdo mi primer encuentro con una grabadora, o como decíamos entonces (¡en pleno siglo pasado!) un magnetofón. Mi sorpresa fue enorme al apenas poder reconocer mi voz una vez reproducida. ¿Aquella era yo? ¿Así me oía la gente? ¡Pero si yo estaba convencida de tener una voz mucho más grave, y resulta que era total y absolutamente aniñada! Sí, era yo; todos me decían que así sonaba mi voz habitualmente.

Un espejo, o cualquier tecnología que nos permita autoobservarnos (sin caer en la obsesión, por supuesto) puede constituir un elemento de gran ayuda para nuestra mejora y nuestro conocimiento. Muchas veces realizamos gestos o emitimos sonidos que se han convertido en toda una costumbre y de los que no somos nada conscientes; por ejemplo, esas constantes "muletillas" de las que hacemos ya no sólo "uso" sino puro "abuso"; por ejemplo, esos gestos que nos llevan a tocarnos la barbilla de una manera pertinaz, o la ceja como si en ello nos fuera la vida.

A muchas personas no les gustan las fotos. Personas de culturas ancestrales tienen pánico a que se les pueda tomar una foto pues consideran que de esa manera se les está robando el alma. Y yo no digo que se robe, ni mucho menos, pero sí que de alguna manera se desvela. Miradas llenas de significado; manos colocadas de maneras singulares portadadoras de una comunicación subliminal casi; músculos tensos como si fueran a partirse de tan poco relajados que se encuentran; y así un largo etcétera.

Obra de Pablo Picasso
No deberíamos confundir la vanagloria, el orgullo y la petulancia, con algo mucho más profundo y de marcado interés como es el conocernos a nosotros mismos, el vernos como los demás nos pueden estar viendo y no como querríamos ser vistos. Hacernos conscientes de que aquellas palabras que emitimos con tan buenas intenciones según nuestra opinión, realmente reflejaban un grado de autoritarismo e imposición que sólo podían ser contestadas con la huida o con el enfrentamiento directo. Aquella mirada al vacío o a lo que sucedía en la calle en vez de ser dirigida con aprecio e interés al interlocutor ya le está avisando de lo poco dispuesto que está a interesarse por lo que éste le está diciendo. Son gestos, múltiples gestos que cuesta mucho educar, y que si además ni siquiera somos conscientes de tenerlos ¿cómo podremos subsanar los posibles defectos?

A veces es la vergüenza ante nosotros mismos lo que nos inhibe para contemplarnos, pero ¿no es más vergonzoso actuar de manera inapropiada por el propio desconocimiento? Además, ¿vergüenza de qué exactamente?, ¿de ideas que se nos han inculcado y que ya de entrada ni siquiera son nuestras?, ¿qué hay en ti que pueda causarte vergüenza? ¿No nos está indicando esto ya algo que debería ser subsanado? Pretendemos estudiar y entender el mundo olvidándonos de nuestro propio sujeto, ¿cómo puede ser esto?

Aprender a observarse sin premios ni castigos sino dispuestos  a entendernos y mejorarnos es, a mi juicio, una muy buena práctica.


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